domingo, 29 de septiembre de 2013

CORRELIMOS PECTORAL EN LA VERA

Instruido por nuestro amigo Juan Pablo Resino e inspirado por los espléndidos reportajes de “hidrohide” de otro amigo al otro lado del charco (Aves Bonaerenses), sigo cogiendo el truco de mi propio hidrohide casero por aquí en la Vera.
Los protagonistas hoy han sido las limícolas pero empezamos con una bonita lavandera blanca, el paseriforme más común de hoy junto con sus primas las boyeras y las collalbas grises. Las últimas dos están ya rumbo a África pero la lavandera blanca sigue con nosotros todo el año.

Desde las rocas de la orilla me vieron pasar una garceta común . . .

. . . y un martín pescador.

Las limícolas más comunes (y también las más “escandalosas”) suelen ser el archibebe claro y el andarríos grande y hoy no ha sido ninguna excepción.




 
Otro archibebe que también se juntó a la fiesta hoy fue el archibebe “oscuro”, ya no haciendo justicia a su nombre por exigencias del guion fenológico.

Mas agachada, como sugiere su nombre, entre la vegetación, se encontraba esta agachadiza.



Pero la gran sorpresa del día la encontró mi padre de pie mientras yo estaba en el agua. Por suerte seguía en el mismísimo sitio cuando pude llegar allí unas dos horas más tarde. Un “bimbo” para los dos, fue un magnífico correlimos pectoral.



Como siempre con estos visitantes del alto ártico la fascinación reside en imaginar en qué remota parte del mundo se habrá criado para luego parar unos momentos en la Vera en sus andanzas aladas por el mundo. Alucinante.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

A RAS DE AGUA

De vuelto ahora de Asturias estoy aprovechando los últimos días de calor aquí en La Vera para seguir mis pinitos con el hidrohide, este vez en el embalse de Arrocampo. La temperatura del agua era asqueroso, la verdad, e incluso salí un poco mareado después de 3 horas de “inmersión” pero era alucinante compartir su entorno tan de cerca con las aves..

El pato más común era el ánade friso, ahora con plumaje un poco indefinido hasta que se pongan
guapos otra vez en el invierno.






Otras aves acuáticas fueron este simpático dúo de zampullines chicos . . .



. . . este somormujo lavanco




. . . y un cormorán despegando . . .



Medio escondido en la enea me miraba pasar este bonito calamón.



Un grupo pequeño de espátulas nos sobrevoló . . .



. . . una de ellas bajó durante un rato al agua . . .



También nos sobrevoló alguna que otra hembra de aguilucho lagunero.





A veces, curiosamente, la cercanía no ayuda para nadad a la identificación. Se pierde perspectiva y la referencia con su entorno. Por eso no estamos completamente seguros de la identificación de este vivaracho pájaro palustre que también nos miró pasar un poco extrañado. Creemos que es una buscarla unicolor por tamaño de pico (parece demasiado grade para un carricero común) y la falta de lista ocular que tendría si fuera un carricero tordal. Y, claro, por estas fechas no cantaba (tenía el pico abierto por el calor, creo) así que este fácil y definitiva manera de identificarlo no nos era disponible. Aun así creemos que es una unicolor. ¿Qué opináis?



miércoles, 11 de septiembre de 2013

DESPIDIÉNDONOS DE LAS LIMÍCOLAS

Estos últimos días de nuestra estancia veraniega en Asturias los hemos dedicado a buscar limícolas por la costa antes de volver a la tierra maravillosa pero sin mar de Extremadura. No encontramos rarezas, pero incluso las limícolas de todos los días tienen un encanto especial para nosotros.
Primero van unas fotos algo lejanas de un grácil correlimos zarrapatín.



En este video se ve su manera de comer casi como un falaropo, comiendo los invertebrados subidos hasta la superficie por su propio remolino.

Algo más sosegada pero aún muy activa es la manera de comer del archibebe oscuro

En las playas hemos disfrutado con los simpáticos correlimos tridáctilos. Pero mira que son hiperactivos!





Los correlimos comunes suelen ser un poco menos nerviosos y predecibles en sus movimientos




Y estos chorlitejos grandes también se han dejado retratar con bastante calma. Por lo menos sus características pausas periódicas son más predecibles.


¿Y esta paloma comiendo entre las piernas de los paseantes en el concurrido paseo marítimo de Gijón?

Pues no es una paloma, es otra limícola, el vuelvepiedras.  No solamente cogía las migas que le tiraban las personas sentadas en los bancos sino también seguía tranquilamente comiendo entre skateboards . . .


. . . y ciclistas como si nada . . .

Y pensar que esta “paloma” urbana puede terminar criando en la tundra más remota de Noruega o Siberia.
Pero no todo el finde ha sido de limícolas. También hemos visto cientos de pardelas de 5 especies (pichoneta, cenicienta, sombría, capirotada y balear) desde los cabos, y mientras buscábamos migrantes en Cabo de Peñas esta tarabilla salió del suelo para vigilarnos mientras pasábamos por sus feudos.

Así que adiós Asturias y las próximas entradas, más afines con el título del blog, desde nuestro hogar principal de La Vera. Hasta entonces pues.

lunes, 2 de septiembre de 2013

CUATRO DÍAS CONVIVIENDO CON OSOS

La semana de 26  a 30 de agosto la pasamos en Somiedo buscando osos. Hicimos ocho esperas de unas tres horas cada una, desde el amanecer hasta el atardecer los cuatro días, y vimos osos cada vez, pleno de ocho, un máximo de cinco,  un mínimo de uno y una media de tres. Pero lo importante es cómo los vimos, amigos. Muy de cerca no, por supuesto. Si veis osos muy de cerca algo va mal porque a estos magníficos animales el ser humano nunca debería acercarse o molestar. Por eso tenemos los telescopios y prismáticos. Pero las condiciones los cuatro días para los avistamientos a media distancia fueron perfectas, nada de niebla y poco viento. Luz inmejorable.
Vimos un total de 9 osos y disfrutamos de un número incontable de avistamientos de todos ellos. A veces tuvimos hasta 4 a la vista a la vez y en una memorable ocasión veíamos a 3 en el mismo objetivo de telescopio sin movernos. Algunos los vimos tantas veces que llegaban a ser como viejos amigos (“tú por aquí otra vez”); el reparto consistía en un joven patilargo, un macho enorme completamente negro, un par de oseznos emancipados del año anterior, un par de hermanos algo mayores que también iban casi siempre juntos, otro adulto grande marrón, una hembra con un collar rubio precioso y un par de avistamientos sueltos sin poder averiguar nada de edad ni género. Una y otra vez, en orden y con frecuencia cambiantes, apareció este reparto enfrente de nuestras miradas embelesadas. Los vimos comiendo tranquilamente por la ladera, zarandeando los arbustos escuernacabras con rabia, agarrando ramos enteros a brazadas para engullir la fruta y, simpáticamente, dejando el brazo colgado de la rama incluso mientras descansaban para que nadie les quitase la cena después del trabajo que les costaba alcanzarla. Los vimos trepar hasta lo alto de los arbustos e incluso dejarse colgar desde una rama en plan gorila para arrastrar con su peso entero la ramita de fruta deseada más cerca al suelo y dentro del alcance de sus fauces. Los vimos atravesar el canchal de arbusto en arbusto; sestear y corretear. Dos hermanos pasaron un rato luchando, en plan juego, como sumos. También éramos testigos de acercamientos muy amenazantes del negro macho enorme a las dos parejas de hermanos. Los más peques salieron pitando ladera abajo pero los hermanos mayores casi se dejaron acorralar, encaramados en una peña sin salida. En un momento los dos estuvieron levantados sobre las patas traseras con las delanteras subidas en la roca, mirando a un lado y otro como niños jugando a pilla pilla para ver qué hacía el gigante detrás la roca. Al final todo quedó en un susto y los hermanos lograron alejarse del peligro.
Después de disfrutar tanto de los avistamientos de todos ellos decidimos por lo menos intentar capturar algo de la experiencia para la posteridad con los medios que fueran a nuestro alcance, en este caso videos “cutrescoping” hechos con el teléfono móvil y el telescopio.

 Primero vemos el joven patilargo andando por el canchal, el primer oso que vimos.


Luego vemos el macho negro. Se ve que sus movimientos son mucho más pesados y pausados.

Y por último los dos oseznos emancipados, los más pequeños y ligeros que vimos.

Luego, con varias combinaciones de acercamientos ópticos, sacamos algunas fotitos del negro macho durante sus quehaceres cotidianos por el canchal y ladera. Llegamos a ser tan “amigos” de este bicho que estas fotos un poco desenfocadas casi nos da apuro al no haberlo sacado tan guapo como merece. Pero las circunstancias no estaban para menos ni daban para más.


Además de los osos, los omnipresentes rebecos también nos divertían de lo lindo, subiendo y bajando sin problema por pendientes inverosímiles y asomandose como éste encima de los cortados para mirar con curiosidad a este rebaño de humanos entelescopados abajo.

Los medio días, entre las esperas oseras de mañana y tarde, las pasamos buscando algunas de las mariposas más bonitas de la zona. Incluso tuvimos la suerte de encontrar una de las más bonitas de toda Europa, la deslumbrante Nymphalis antiopa.

Entre las muchas azules que pululaban por los prados este macho de Polyommatus dorylas salía guapo contra el fondo verde.

La Hipparchia semele tiene el truco despistador de aterrizar siempre con los “ojos” grandes del reverso de las alas anteriores a la vista durante un segundo antes de cerrarlas de golpe para quedar así de camuflada contra el suelo. Por lo visto un predador se fija en los ojos y luego, a punto de lanzar sobre ella, se queda perplejo por su desaparición tan brusca y deja su presa ilesa.

Entre los muchos “skippers” que volaban por allí esta Carcharodus alceae también resaltaba bien sobre el fondo verde y azul.

Por último, entre las menos comunes, encontramos esta Brenthis ino.

Pero no todo fueron  mariposas a medio día; también subimos en bici al alto de Farrapona, un puerto de categoría especial en la Vuelta.

Pero no seáis mal pensados: la furgoneta que sale en la foto no es nuestra; ¡sí subimos en bici!
En fin, una semana de un ritmo agotador pero de un disfrute a tope. Convivir con estos bichos tantos días, viviendo sus vaivenes diarios sin que ellos ni siquiera se percaten de tu existencia, ha sido un lujo que te marca por vida. ¡Qué gozada, amigos!!