grandote nos hizo las delicias durante un buen rato bajando en bandada o uno por uno para
recoger las migas que les dejábamos por allí. Casi no te daban tiempo a coger la cámara
después de dejar las migas.
También los preciosos roqueros solitarios (“mirlas chanchales”, como los llaman por
aquí) son mucho más comunes y amigables con los fotógrafos. Esta mañana por el frío
cantaban poco pero se dejaban ver en sus rocas favoritas en una luz muy bonita del
invierno
como por arte de magia, cambian el color de su cola de negro a blanco. Aquí ves una en
vuelo normal, con cola negra . . .
parejita . . .
De águilas iba la cosa floja hoy, con solamente una imperial volando de culo y la cabeza
de una perdicera muy distante en su nido. Eso sí, disfrutamos durante un buen rato de
vistas estupendas de un halcón peregrino acicalando su amplio nido (¡cuya plataforma
incluía un flotador multicolor de pesca!).
De repente salió para “atacar” al helicóptero de vigilancia de incendios que tuvo
la desfachatez de pasar encima de sus feudos!!
Nunca defrauda Monfragüe, o el “zoo” como lo llamamos cariñosamente por la
facilidad de ver bichos allí. Aunque empezamos al amanecer con un frío que pela
terminamos a medio día tomando café en una terraza a pleno sol mientras algunas de las
últimas grullas de la temperada nos sobrevolaban por encima. En total vimos unas 350 en cuatro
grupos, todos los grupos comportándose igual, al principio cicleando en un pelotón
compacto y luego formando líneas y Vs según se iban enfilando hacia la montaña para pasarla
hacía el norte.