Una de las mejores cosas de nuestra casa aquí en Vilanueva de la Vera es su situación estratégica, tan cerca a tantos diferentes tipos de aves. Alrededor de la casa hay un sinfín de ruiseñores, oropéndolas y otras aves forestales, todas cantando a tope ahora mismo. Detrás de la casa tenemos las especies de alta montaña como pechiazul, roquero rojo, etc. Debajo de la casa, al otro lado de las magníficas dehesas de Campo Arañuelo, tenemos los llanos de Cáceres y Trujillo con sus aves esteparias.
Este finde han tocado esteparias. Después de tanta lluvia en marzo los prados se han puesto espectaculares esta primavera.
La banda sonora la ponen sobre todo dos aves marrones: el triguero, que canta siempre posado . . .
. . . y la incansable Calandria, que canta en el aire. Aquí la vemos en uno de sus pocos descansos entre sus actuaciones casi continuas. . . .
De aves de presa el día iba sobrado, con águilas calzadas, culebreras y perdiceras. En cuanto a esta última especie tuvimos la inmensa alegría de ver por lo menos un pollo en un nido que conocemos, que no ha tenido demasiado éxito últimamente. Por supuesto no nos acercamos los suficiente como para hacer fotos pero sí, en una luz estupenda, vimos por el telescopio los dos adultos volando y posados al lado del nido. Tres aves de presa que sí pudimos fotografiar fueron este buitre leonado . . .
. . . este mochuelito en su cada nido un poco destartalada . . .
. . . y esta hembra del más típicamente estepario cernícalo primilla . . . .
De esteparias no vimos sisón ni ortega pero si un grupo grande (c.. 50) de gangas, reclamando mucho, y 6 avutardas machos bien guapos pavoneandose con el pecho abultado y cola en abanico. También nos pasaron volando bastantes individuos, como éste que iba a ras de las praderas floridas.
Pero el ave que siempre buscamos con más ahínco en este hábitat es la carraca. Ayer vimos 18 individuos y las tuvimos siempre a la vista durante 2 horas y media. Es un pájaro alucinante tanto de espaldas. . . .
. . . como de frente . . .
Son muy peleonas y vimos bastantes escaramuzas entre carraca y grajilla y entre las carracas mismas.
Pero si este ave es ya de por si bella posada, con un azul como de una piscina iluminada desde debajo del agua . . . .
. . . cuando vuela ¡madre mía! . . .
Todos los azules del cielo y del mar atesorados en un solo cuerpo. Verla tan bien como la vimos ayer siempre es una de los regalos más bellos de cada primavera.