El otro día probé suerte otra vez con la “rama sagrada” aquí cerca de casa en Arriondas, donde les gusta posarse muchas especies de aves, destacando el alcaudón dorsirrojo. Fueron dos horas divertidas, sobre todo por ver tan de cerca al zarcero cazar mosquitos en el aire, oyendo el clak! de su pico encima de mi cabeza .
Los alcaudones me dieron esquinazo total esta vez, incluidos los jóvenes. Otra verdecilla pasó por allí . . .
. . . y luego dos pájaros que, a estas altura de sus vidas, destacan más por la fascinación de ver empezar otra vez el ciclo de la vida que por su belleza. Como adultos van a ser deslumbrantes pero por ahora son proyectos de vida entrañables. Sobre todo el jilguero, el pobre, parece que alguien ha limpiado una brocha gorda en su plumaje antes de pintar la pared:
Jilguero
Verderón
Pues nada, cuando la belleza no viene a por ti hay que ir a por ella, como dijo un buen amigo nuestro el otro día http://caminandoconcamara.blogspot.com.es/2013/07/buscad-la-belleza.html
Se me ocurrió en casa tontear con un hueso de cereza y un vaso de agua, intentando captar las formas alucinantes que hacen las gotas de agua cuando el hueso impacta con la superficie del agua. Es curioso que exista la frase española “como dos gotas de agua” para hacer referencia a cosas idénticas cuando en realidad no hay dos iguales!!!
Pues eso, si la belleza te deja plantada en el campo, hay que buscarla en la cocina.