Uno de los más coloridos protagonistas de la primavera y verano de la Vera es esta belleza:
Parece ser algo diseñado por Picasso, ¿verdad? Y no es nada antropocéntrico decir esto sino todo lo contrario, dado que con el tiempo los hombres hemos ido sacando nuestros conceptos de belleza de los diseños de la naturaleza. Se trata del hermoso abejaruco. Parece imposible que alguien tuviera animadversión contra un animal tan bello. Lo “malo” es que, como su nombre mismo nos dice, este pájaro es especialista en cazar abejas en vuelo. Es alucinante verlo en acción, saliendo como un cohete desde su posadero para coger a su presa (con una tasa de éxito pasmosa) y volver con ello a su posadero para quitarle el aguijón golpeándolo contra su apoyo hasta colocarlo en su boca con algo de malabarismos. De vez en cuando echan una pequeña egagrópila negra de los élitros y otras cosas indigestibles. A veces, como manera de cortejar, obsequia con la presa desarmada a su pareja. Pues esta manera de ganarse la vida le ha ganado también el odio de algunos apicultores, deshonrando este oficio tan bonito, y hay casos en la Vera de nidos tapados con piedras (excavan túneles en taludes de arena) e incluso sospechas de veneno. Si no podemos acomodar en nuestras vidas ajetreadas estas alucinantes aves, ¿apaga y vámonos, no?
Felizmente, aunque muchas colonias de la Vera han desaparecido, aun es fácil verlo por aquí. Sus costumbres caza-abejas significan que tiene que posarse en sitios descubiertos con visibilidad de 360o, como árboles secos, cables y vallas para poder ver a su presa. Esta alta visibilidad junto con sus reclamos casi constantes de silbidos aflautados les hacen muy fáciles de ver, tanto posado de frente . . .
. . . como de espaldas . . .
Casi el único color que falta en su plumaje es el rojo y este lo tiene de puntilla en sus ojos tan vivos.
Les gusta mucho a las parejas posarse hombro a hombro, sea por calor los días fríos a su llegada en abril o por compañerismo y consolidación de la pareja:
Como a mí más me gusta verlos es en pareja con uno hacia delante y el otro de espaldas para ver de una sola vez todos los colores increíbles que atesoran.
Estas fotos están hechas en un sitio llamado Corchuela a unos 30 k de nuestra casa. En el mismo día también vimos sentado en la valla este simpático macho de pinzón:
y, en los campos aun inundados con las lluvias recientes, una cigüeña negra demasiado joven para criar este año. Ya tendrá su turno.
Y por último una de las bases de la pirámide alimenticia de las grandes rapaces , el conejo:
que tampoco las tiene todas consigo y no se ve como tan frecuentemente como ataño.
Pues nada, a ver si con todos nuestros blogs en el mundo entero podemos ayudar a darnos cuenta de la belleza que existe a nuestro alrededor, que tenemos que conservar entre todos a toda costa.
English translation of the text
THE MOST GORGEOUS BIRD OF LA VERA’S SPRING
One of the most colourful stars of La Vera’s spring is the
incredible Bee-eater. It’s almost as if it’s been designed by one of art’s
great colourists. Of course it’s not at all anthropocentric to say this but
quite the reverse, because mankind has developed its sense of beauty from
nature’s colour schemes and designs. It seems impossible that anyone could have
it in for this beautiful bird but in fact it does have its persecutors. As its
name suggests, it eats bees, dashing out from perches to snatch them from the
air with an astonishing rate of success. One bee nearly every sally; rarely
misses. Then it flies back to its perch to de-sting its prey by bashing it
against the perch before sort of juggling with it in its beak to get it the
right way round before swallowing it. Well this innocent way of earning its
living has unfortunately won it the loathing of some among the beekeeping
community, who then dishonour this worthy trade by plugging up the Bee-keepers nesting
holes with stones (they tunnel their nests in sandy embankments) or even
putting down poison. But if we really can’t accommodate this gorgeous bird in
our lives there’s something drastically wrong with us, don’t you think?
Happily, although many colonies have disappeared from La
Vera, it’s still quite a common sight. Its bee-catching lifestyle means it has
to perch on places with good all-round visibility like dead trees, overhead
wires and fences, making them pretty easy to see. The photos show a selection
of these beautiful birds singly and in pairs on one of their favourite
bee-catching wire fences.
These photos are taken in a place called Corchuela about 30
k from our house. On the same day we also saw a delightful male chaffinch
sitting on the same fence and an immature Black Stork in the meadows still
flooded with the spring rains.
Seeing a humble rabbit around here is becoming almost a red
letter day as they try to fight off the twin threats of myxomatosis and
pneumonia.
So anyway, let’s see if with all our wildlife blogs we can
help to bring nature’s beauty to wider notice and counter the unthinking
animadversion felt by many towards their innocent victims
.